La aragonesa Fersa refuerza su expansión mundial y espera crecer un 41% este año (El Periódico de Aragón)
Inversiones, crecimiento y diversificación. La empresa aragonesa Fersa Bearings es inmune a las tensiones económicas y geopolíticas que se viven actualmente en el mundo y, a pesar de ser una compañía global, prevé cerrar en 2022 el mejor año de su historia por su expansión y volumen de negocio. El fabricante de rodamientos espera acabar el ejercicio con una facturación de 148 millones, lo que supondría un deslumbrante crecimiento del 41% respecto a los 105 millones registrados en 2021, cuando ya logró un repunte en los ingresos del 19,5%. El fuerte ascenso responde a que todos los sectores a los que vende sus productos están funcionando mejor de lo esperado.
También se debe a la reciente adquisición de la firma estadounidense PFI, que aportará entre 18 y 19 millones a las cuentas del grupo. Esta podría además no ser la única adquisición que cierre este año, ya que tiene en estudio otra operación corporativa.
La compañía es uno de los mayores casos de éxito que se ha dado en la industria aragonesa en los últimos años, con un crecimiento progresivo y constante que ha hecho que se convierta en una multinacional. Hoy cuenta con cuatro fábricas repartidas por todo el mundo, una de ellas en Zaragoza, en la plataforma Plaza, donde trabajan 210 trabajadores, una tercera parte de los 650 que forman su plantilla total. De las otras tres plantas, una está en Austria y dos en China (Jiaxing y Shenyang).
Apuesta por la innovación con un centro emblemático
El gran proyecto de futuro de la empresa es un centro de innovación (Fersa Labs) que está construyendo en sus instalaciones de Plaza, que se pondrá en marcha en un año. Será un edificio emblemático, diseñado por Ingennus, donde «vamos a diseñar y fabricar los rodamientos del futuro y otros productos», destacó el director general, Pedro Pablo Andreu. La inversión será de 14 millones de euros en los próximos tres años. En esta línea, Fersa ha sido premiada recientemente en los Advanced Factories Awards por un proyecto de inteligencia artificial desarrollado junto a Tecnalia.
La pujanza de Fersa ha sido absoluta. Hace tan solo 12 años tenía 60 empleados y las ventas apenas rondaban los 14 millones de euros. Más recientemente, en 2019, el negocio alcanzaba los 82 millones y en 2020 escalaba hasta los 88, a pesar de los sobresaltos del año más duro de la pandemia.
«Ser buenos resolviendo problemas»
Las disrupciones de las cadenas logísticas, la crisis energética o los elevados precios de los fletes marítimos y de los materiales no ha pasaba desapercibidas para una compañía tan global, pero su modelo de negocio le ha permitido soslayar todos los obstáculos. La clave se su éxito está en «ser buenos resolviendo problemas», resume Pedro Pablo Andreu, director general de Fersa. «Existe un entorno volátil, pero somos más ágiles y flexibles que nuestra competencia, que son grandes empresas. Nos movemos mejor y esto es una ventaja competitiva», explica.
Hasta 2016, Fersa solo fabricaba rodamientos para camión (tanto equipo original como recambio), pero con la compra de la firma austríaca NKE entró de lleno en el sector industrial, con la producción de piezas para aerogeneradores y trenes, principalmente.
El área eólica ha sido una de las que más alegrías le ha dado en los últimos años gracias sobre todo al elevado volumen de pedidos en China y Estados Unidos. La gran demanda de rodamientos en este primer mercado ha llevado a Fersa a impulsar la ampliación de su fábrica de Jiaxing, que pasará de 14.000 a 26.000 metros cuadrados, casi el doble.
La actual Fersa se parece muy poco a la de 1968, año en que se constituyó tras la fusión de dos metalúrgicas familiares y locales. Su crecimiento se aceleró en el 2002 con la entrada en el accionariado de la sociedad de inversión aragonesa Going Investment, fundada y presidida por Carlos Oehling, que posee la mayoría del capital.